sábado, 28 de diciembre de 2013

Aunque no estés aquí

Te extraño.
Las fiestas siempre me hacen extrañarte. Me pregunto si lo sabrás, si me entenderás, si me verás. Me pregunto si me habrás perdonado.
Siempre me acuerdo de tus abrazos, los mejores del mundo. Vos sí que sabías cómo contenerme. Sabías leerme con una mirada. Siempre me cuidabas, como un hermano mayor, el que nunca tuve. La vida me regaló tu amistad para eso, para que seas lo que la sangre no me pudo dar.
Siento que no tengo fuerzas para estar sin vos. Y a la vez siento que tengo que seguir por vos.

Ojalá me cuides desde arriba, como lo hiciste siempre mientras estuviste acá.
Te quiero mucho amigo, no hay día que no te piense y que no sienta unas ganas tremendas de abrazarte. 
Tu amiga, la imperfecta con todos los errores que una persona puede tener, pero que aún así te ama.


lunes, 25 de noviembre de 2013

Un suspiro.
Cuando la historia se repite una y otra vez, debe ser que algo no estás haciendo bien. Para cambiar, hay que hacer algo distinto. Pero ella persistía en la misma frustrada estrategia.
Ahí pensó que tal vez nunca amó a nadie, nunca experimentó el amor de verdad, entregarse a alguien sin importar nada. Nunca le había pasado eso. A pesar de que se había llenado la boca con mil "te amo", nunca lo había hecho. O tal vez sí. 
Después lo pensó mejor y creyó que sí, que un corazón desgarrado como el de ella debió de haber amado. Pero el dolor ahora mismo no dejaba recordar lo bello con claridad.
Otro suspiro.
Ojalá supiera cómo cambiar de estrategia, cómo hacer para entregarse al amor sin sentir el mismo miedo de siempre. Sin poner las barreras de siempre, sin construir más y más alto el muro que la separaba del resto de la humanidad.
Una lágrima.
Pensó que si alguna vez encontrara un hombre que se la jugara por ella por entero, que fuera capaz de dejar todo sólo por amarla, tal vez encontraría la manera de abrir el corazón. Pero, ¿no sería al revés? Primero abrir el corazón para dejar pasar a su gran amor.
Un nuevo suspiro. Una nueva lágrima. 
Ojalá tuviera cómo apagar su maldita mente por un momento. Pensó que no, que era imposible. Ella lo sabía muy bien, no se puede frenar una cadena de pensamientos obsesivos.
Un último suspiro.
Los puños apretados.
El corazón estrujado.
Una última lágrima.

martes, 12 de noviembre de 2013

"Y ahora quiero llamarte por teléfono y decirte que, aunque no me diera cuenta, en aquel momento aquello fue importante para mi."


lunes, 11 de noviembre de 2013

No te entregues, por favor.

Se mucho sobre psicología, se bastante sobre cómo la mente se estructura, se despliega y funciona. Se de las relaciones entre las personas, incluso soy capaz de ayudar a otros a tener mejores relaciones con su entorno.
Pero dicen que en casa de herrero, cuchillo de palo. Supongo que eso pasa.
Una vez una paciente con un cuadro depresivo muy grave me dijo que se sentía como si estuviera debajo del agua, sin poder respirar. Pero que podía ver cómo todos a su alrededor podían respirar normalmente, y eso era lo que más la angustiaba. Fue algo que me quedó grabado, creo que nadie nunca logró expresar lo que sentía de una manera tan comprensible para cualquiera.
Desde ahí, supe que cada persona debía de tener una imagen interna, pictórica, que ilustre sus sentimientos. Hoy encontré la mía y cuando la compartí con mi psicólogo creo que sintió algo parecido a lo que yo sentí cuando esa paciente me contó su estado. Su cara reflejaba claridad, me entendió.
Siento que estoy colgada en la mitad de un pasamanos de esos que hay en las plazas, pero que es muy alto, tanto que si miro para abajo no logro ver nada, porque debajo de mis pies hay sólo nubes. Y siento que estoy a punto de abrir mis manos, de soltarme y caer al vacío. ¡Y todavía queda tanto por delante! No tengo fuerzas, siento que es una gota más en el vaso y que todo se termina. Siento que hasta acá llegué, que no se cuánto más voy a poder aguantar.
Pero parece que mi mente, musical como es ella, cuando forma estos cuadros tan ilustrativos, también decide musicalizar el momento. Por eso, suena "Nos veremos otra vez", de Serú. Siento que es mi mejor amigo, ese que nunca me abandona, el que pone el tema de fondo. Siento que me pide que siga por él, que viva por todo lo que no pudo vivir. Y bueno, creo que un poco la vida es eso, aguantar y seguir para honrar la vida que nos fue dada y la vida de los que se nos fueron. Creo que si abandono, él estaría muy decepcionado. Y no puedo permitirme eso. 
Hay que seguir, estirar el brazo y colgarme del próximo nivel del pasamanos. Tal vez no llegue hasta el final, pero voy a intentarlo. ¡A ver qué hay al bajar!

lunes, 4 de noviembre de 2013

"No tenían muchas cosas en común, sus edades eran distintas, sus maneras de caminar no coincidían y mucho menos la estatura. Casi nunca pensaban igual, tenían ideas muy diferentes, él era dueño de sí mismo, ella una insegura. La vida les sonreía (esa era una de las pocas cosas que podían compartir), y bueno sus manos, parecían haber sido hechas como piezas exactas para encajar una con otra, y así les devolvían la sonrisa a la vida, con los dedos entrelazados y mirando a la misma dirección, como quien espera más de lo que tiene."

lunes, 28 de octubre de 2013

La alegría y la tristeza. La melancolía de extrañar. La paradoja de creer fielmente en el amor y que éste nunca haya elegido su corazón para ser amado. El silencio de la soledad, las lágrimas y el corazón en la boca. Una canción de Oasis en los oídos y los recuerdos de un amor nunca empezado. La asignatura pendiente, los sueños en la cajita de oro. El alma fría como la temperatura ambiente. La cruz que debe ser cargada, los clavos y las muñecas rotas. Los ojos del color del cielo en un día lluvioso, la boca seca y fría porque hace mucho que nadie la besa. El reloj que marca minuto a minuto un mundo que sigue pasando, que sigue girando. La vida que quiere pararlo, porque no van al mismo compás. 
La tristeza que quiere ganar, la alegría que quiere pelear. La canción de Oasis que ya no sueña más, el viento que se lleva una lágrima más. La sonrisa que no puede dibujarse, la excusa imperfecta, la canción que nunca pudo ser escrita. El sol que no puede brillar, su cuerpo que dice ya no más.
Y todo en un metro cincuenta y monedas...

martes, 22 de octubre de 2013

It's over

No voy a dejarte. Esta vez te juro que no.
No voy a permitirte que me lastimes de nuevo. Crecí, cambié, porque lloré, sufrí y en mi soledad me curé mis propias heridas. No puedo dejar que deshagas lo que con esfuerzo logré. No puedo.
Vos sabes que tenés poder sobre mí, porque es así, te malacostumbré a eso. A poner mi mundo sobre tus pies. Y vos pisaste todo lo que tenía, lo dejaste hecho trizas. Y yo reconstruí todo lo que pude, lentamente y aún con lágrimas en los ojos. Porque nunca voy a entender por qué hiciste lo que hiciste, por qué razón me dejaste sola cuando más te necesitaba. Se nota a la legua que el amor siempre fue desequilibrado. Yo siempre te amé por demás, te amé con todo el amor que me entraba en el cuerpo. Y vos me hiciste creer que me amabas, pero era otra mentira tuya, una más, y a esta la pagué muy cara.
No voy a dejar que hagas conmigo lo que quieras, ya no puedo hacer eso. Aunque me siga destruyendo por dentro cada vez que me dirigís la palabra, la mirada.
Esa mirada que tanto logró en mi. Te juro que no.
Esta vez no, no voy a dejarte.


lunes, 21 de octubre de 2013

Hasta pronto

Querido Abu.

Esta es mi carta de despedida, ojalá tuviera cómo mandártela pero no tengo la dirección exacta del cielo.
Quería decirte que estoy muy triste porque te extraño pero siento un alivio enorme al saber que ya nada te duele, que estás descansando de todo, seguro con una sonrisa, al mirar el camino recorrido y ver cuántas cosas has logrado. Tenes tres hijos y tres nietas, que con todos nuestros defectos, te amamos y sabemos que aprendimos de vos todo lo que pudimos. Al menos yo, recuerdo como te contemplaba de chiquita, entendía lo sabio que eras, todo lo que sabías de la vida y traté siempre de absorber toda la sabiduría posible.
Quiero que sepas que nunca voy a olvidarte, no es algo que pueda permitirme. El día que me despedí de vos, la última vez que te vi, ya algo en mi corazón sabía que ese sería el último, te dije que te quería mucho y gracias por todo. Hoy siento que la palabra gracias me queda chica.
Lo más grande que me diste es tu legado de vida, tu integridad humana, tu bondad y tu perseverancia. Yo te juro que voy a hacer todo lo posible para vivir mi vida con esos valores tan íntegros que me legaste. Gracias por darme el orgullo de llevar tu sangre.
Te amo por siempre

Tu nieta.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Cerrar los ojos es perder

Sigo creyendo en sueños, 
que los días no tienen dueño 
y que hay verdad y que hay amor. 
Cerrar los ojos es perder. 



lunes, 16 de septiembre de 2013

Esta soy yo

Esta soy yo.
Soy la chica que fue bullyada durante años en el colegio. Soy quien aprendió a ser fuerte, a sobreponerse a las huellas del dolor.
Soy quien perdió a su mejor amigo. Soy la que todavía, después de dos años y medio de que se haya ido, lo sigue extrañando y sigue llorando por él. Soy la que sigue hablándole a su foto, la foto que siempre va a estar sobre mi mesa de luz, esperando como una nena chiquitita que se vuelva viviente, que me hable, que me abrace como siempre lo hacía.
Soy aquella que día a día sueña sin límites con llegar a ser una reconocida cantante, mientras la rutina la agobia entre libros y horas de oficina.
Soy la persona a quien todos recurren en busca de un hombro donde llorar, una oreja en la cual descargarse y unas palabras de aliento. Soy la que no tiene un hombro, una oreja y unas palabras que me ayuden después de que ayudé a todos.
Soy la que creció sola, la que aprendió a ser independiente. Soy la que destrozaron, la que despezaron cortándole en mil el corazón.
Soy la que fue engañada, la que lo sigue siendo, la que construye un muro día a día que logre protegerme, que logre alejar a todos de mi para que no me sigan lastimando. Soy la que quisiera derribar el muro porque no puedo con tanta soledad.

Esta soy yo. ¿Pero qué si hubiera sido otra?
Siempre pienso en la película "el efecto mariposa", cómo cada acto, cada decisión que tomamos puede cambiar totalmente nuestras vidas. ¿Qué si hoy decido cambiar?
El pasado ya no se puede cambiar, el futuro es impredecible. El presente es lo único que podemos manipular, es lo único que tenemos de verdad. ¿Qué si hoy me transformo? ¿O qué si hoy desaparezco?

domingo, 18 de agosto de 2013

La explosión

Pasado un mes y unos días de que mi vida cambiara para siempre, me dispuse a volver a la escritura. Se que es un medio importante para poder canalizar algo de todo esto.
La madrugada del 16 de julio del corriente año puso una marca de un antes y un después en mi vida. A mi psiquiatra le gusta llamarla "la explosión".
Toda mi vida fui una persona solitaria, que se supo de valer de sí misma para sobrevivir. Desde chiquita, me peinaba sola para los actos escolares, hacía sola mis tareas, estudiaba sola, iba al parque sola. Luego crecí, y en el colegio me sentaba sola, en los recreos no jugaba con nadie, lloraba sola en los baños cuando el bullying se tornaba insoportable. Y fui más grande y me mudé a la ciudad de la individualidad y la soledad: Buenos Aires; donde, por supuesto, viví sola. A la universidad voy sola, preparo los parciales sola, y cuando conseguí un trabajo, el puesto consistía en trabajar sola, brindando atención psicológica a pacientes cuyo mal más profundo y más significativo es uno y solo uno: la soledad.
En fin, mi vida siempre estuvo teñida por un mal, que siempre trate de evitar pero nunca conseguí. La soledad es el mal de la época, una vez me dijeron. Yo creo que al menos es mi karma y lo será para siempre.
Ese martes a la madrugada me disponía a dormir, debía descansar porque al otro día tenía que rendir un final para el cual me había preparado muchísimo. Pero llego el momento de "la explosión", el que nunca creía que llegaría. Siempre pensé que podría vivir así por siempre. Pero no, la angustia comenzó a llenarme el pecho, cada vez más, al punto de no poder respirar. Creí que sería un ataque de asma, enfermedad con la cual nací. Pero el remedio para el asma no funcionaba, debía de ser otra cosa. No podía respirar y la angustia fue tanta que comencé a caminar de un lado al otro de mi casa. Taquicardia, temblores, falta de aire, opresión en el pecho y la maldita sensación de que me estaba muriendo: síntomas horribles de la explosión, de la bomba que estalló. Mi psiquiatrá la llamo: "ataque de pánico".
Desde ese día, dependo de un maldito remedio para poder dormir. Nunca pensé que llegaría a eso. Miedo a la noche, al momento con más soledad del día.
Ahora mismo mi vida está cambiando rotundamente, el ataque de pánico fue un grito de "no puedo más de soledad". Llego el momento en donde la soledad y yo nos vemos las caras frente a frente y no de reojo como hasta ahora. Es hora de ponerse el disfraz de valiente y salir a tropezar, como dicen unos amigos en su música. No queda otra, fue un grito que marcó un antes y un después, acá se ponen en juego tantas cosas de mi vida que el miedo ya es casi intolerable. Pero hay que hacerlo. Debo tomar las riendas de mi vida. Esta vez es la soledad o yo, es una o la otra, pero nunca más las dos. Cueste lo que cueste.


domingo, 14 de julio de 2013

Una despedida más

Y es entonces cuando me veo llorando como cuando era chiquita y quería que me compren algo o que me lleven a lo de mi abuela. Estaba llorando como cuando lloraba para conseguir con mi llanto que me den lo que quiero.
Pero parece que lo que quiero no se compra, ni es un lugar para visitar, no es algo que pueda conseguir.

Veo Glee desde el primer capitulo que transmitió Fox, recuerdo que me gusto mucho pero ese día no me imaginé que esta historia y esos personajes iban a transformarme y ayudarme. Glee me enseñó que debo ser como soy, pese a quien le pese, y estar orgullosa de eso. Aprendí que aunque haya sido víctima del bullying y aunque me haya sentido definida por muchos de los insultos que me decían, siempre va a haber alguien que pueda valorarme, sólo hay que rodearse de la gente que logra ver la luz y la oscuridad y ame las dos partes.
Ayer cuando me acosté, revisando twitter desde mi celular me enteré de la triste noticia del fallecimiento de Cory Monteith, me dormí llorando, aún sin entender muy bien nada. Y me desperté también llorando, con los ojos hinchados, y un nudo en la garganta, otra vez ese maldito nudo del vacío que deja una persona cuando se va.
Y, como si la tristeza que me habitaba no fuera suficiente, tenía que aguantarme a la gente haciendo chistes por twitter y facebook. Chistes con la muerte de alguien, ¿qué tan bajo puede caer una persona por querer ser gracioso y aceptado? Y volví a experimentar el bullying (lo que hoy llaman "Ciberbullying"), ya con 21 años y casi un título universitario, volví a ser victima de los engreídos que se creen superiores.
Entonces comencé a cuestionarme por qué me sentía así de mal. Como si no tuviera derecho a estar triste, no se, me empecé a medir con la vara que me medían ellos. Hasta que me di cuenta de que no tenía por qué sentirme mal por estar triste por la muerte de una persona que no conozco, que vivía a millones de kilómetros, pero de la cual se toda su vida, sus gustos, sus intereses, escucho sus canciones, veo y disfruto de sus actuaciones. Debía permitirme estar triste.
Cuando logré caer en la situación, comencé a llorar a lágrima viva. Ahí me encontré otra vez preguntándome por qué. Un año y medio de terapia cuando se murió mi mejor amigo tuve que hacer para lograr vivir sin cuestionar a la vida por lo que me había quitado, y ahora me encontraba nuevamente llorando como una chiquitita que quería conseguir que la persona que alegraba sus días con música y arte volviera a la tierra. Y ahí me encontré de nuevo con mis limitaciones, con mis flaquezas, mis debilidades que creía superadas. Preguntar por qué, creer que la vida es injusta y que si lloro mucho tal vez consiga que esa persona retorne al mundo, así como cuando conseguía que me lleven a lo de mi abuela porque lloraba mucho.

Me pregunto qué loca característica mía me hace ser tan apegada sentimentalmente a las personas como para sentirme dueña de decidir que se tienen que quedar en el mundo y no irse nunca.
Me cuestiono si será que algún día me acostumbraré a las despedidas, yo creo que de eso se trata, poder decir adiós es crecer, decía un grande.

En fin, no puedo tolerar este dolor, la muerte de Cory me trajo muchos recuerdos de mi mejor amigo. Hoy recé por los dos. Creo que rezar por los que no están es una forma de ternerlos más cerca.
Ojalá que si algún día los veo, cuando me toque irme a mi, sepan entender a esta loca que nunca los pudo despedir correctamente, porque simplemente la materia "despedida" es una asignatura muy pendiente en su vida.

Descansa en paz mi querido Frankenteen

sábado, 6 de julio de 2013

Give love a chance

-¿Cuándo has dejado de creer en el amor?-preguntó él, después de darle otro sorbo a su café.
-Cuando me lastimaron tantas veces y ya no lo pude manejar más, dije basta. Y entonces elegí la soledad. La soledad siempre es fiel, es mejor que una desilusión, mejor que el engaño. Ella no te engaña ni te desilusiona, está siempre ahí -respondió ella, tratando de que no se haga notorio el nudo que tenía en la garganta.
Él rió casi sin querer, como si se le hubiera escapado la carcajada, y ella le clavó la mirada, levantando una ceja en señal de no entender tal acción. A pesar de que le molestó eso, se sintió derribada por dentro, como cada vez que él reía. Los rayos de sol que entraban por la ventana de aquél bar le daban en el costado de su rostro, haciendo que se vea particularmente bello. Ella sintió que el momento era perfecto, incluso logró olvidarse casi por un instante del tema de conversación. Creyó que no importaba cuántos momentos como ese fuera a tener en su vida, le bastaba sólo con haber vivido este.
-Es que hablas como si tuvieras cuarenta años, o más, y te refieres a la soledad como si fuera la única opción que fueras a tener para toda la vida. 
-Creo que algunas personas personas no fuimos creadas para ser amadas. Y no por eso voy a dejar que me lastimen, sólo porque es gratis o divertido hacerlo.
Esto ya no le causó risa. Comprendió que realmente estaba frente a un ser lastimado, herido, abandonado. Suavemente, deslizó su mano por entre los utensilios que había sobre la mesa, hasta llegar a posarla sobre las manos de ella y sintió cómo se le erizaba la piel.
-¿Sabes? Te he visto varias veces pasar por la playa, caminando sola, con una sonrisa que destilaba nostalgia. Y cada vez que te divisaba desde mi ventana creía ver que eras una hermosa chica, segura de sí misma, que no tenía miedo a nada, que sabía cómo sobrellevar las cosas. Pero resulta que no eres la chica que pensé, excepto por lo hermosa -se sonrió y ella bajó la mirada con vergüenza-. Parece ser que estás hoy aquí y me miras con esos ojos que piden brutalmente un poco de amor. Yo creo que no debes cerrar así las puertas del corazón sólo por un par de idiotas no supieron cuidarte como tú lo mereces. No debes creer que la soledad es tu destino, no sirve encerrarse así.
Ella miró a un costado, como queriendo evadir lo que proseguía. Las lágrimas comenzaron a brotarle de los ojos pero ella hacía fuerza para evitarlas, detestaba llorar en público. Él interpretó la señal (otra más de su fragilidad detrás de esa barrera social que ella imponía), se puso de pie, se acercó hasta ella y la abrazó, la levantó de la silla, la tomó de lado y salieron juntos del bar en dirección a la playa. El sol estaba en el ocaso, marcando el fin de un día más y el comienzo de una nueva historia.

lunes, 1 de julio de 2013

"Life doesn't stop for anybody"

Volví porque básicamente no se por qué me fui.
Uso el recurso de escribir cuando mi vida se está yendo casi en picada, cada día un poco más y cuando toco fondo y después resurjo, me voy por donde volví. Porque ya no lo necesito o porque simplemente sólo puedo escribir en la miseria, en la desgracia, en la penuria. Yo qué se. Cada día me entiendo menos pero se que muchas veces al escribir me encuentro y ando necesitando eso, incluso si nadie lo lee, escribir para mí.
Hoy me reencontré con mi blog, después de más de un año. Yo creo que es el recurso que más me facilita la expresión cuando quiero gritar cosas al mundo pero me da vergüenza hacerlo, porque yo no soy así, yo no grito, yo soy puro silencio.
Hace un rato terminé de ver la película "las ventajas de ser invisible", después de haber leído el libro en el verano. Creo que Charlie y yo tenemos muchas cosas en común. A ambos nos cuesta "implicarnos", nos sentimos incomprendidos y terminamos creyendo que la soledad es mejor que cualquier compañía. Desde mis ocho años tuve que escuchar psicólogos y médicos diciéndome que todo iba a estar bien pero nada nunca cambiaba. De cualquier manera, creo en el giro inesperado, todavía creo en el amor y en la amistad a pesar de todo. Y como dice el libro, lamentablemente no podemos cambiar nuestro pasado, pero podemos decidir nuestro futuro. Cada día que me levanto intento pensar en eso. A veces es lo único que me mantiene de pie.

Y bueno, acá estamos yo y mis mambitos de nuevo.
Un placer reencontrarnos.