lunes, 11 de noviembre de 2013

No te entregues, por favor.

Se mucho sobre psicología, se bastante sobre cómo la mente se estructura, se despliega y funciona. Se de las relaciones entre las personas, incluso soy capaz de ayudar a otros a tener mejores relaciones con su entorno.
Pero dicen que en casa de herrero, cuchillo de palo. Supongo que eso pasa.
Una vez una paciente con un cuadro depresivo muy grave me dijo que se sentía como si estuviera debajo del agua, sin poder respirar. Pero que podía ver cómo todos a su alrededor podían respirar normalmente, y eso era lo que más la angustiaba. Fue algo que me quedó grabado, creo que nadie nunca logró expresar lo que sentía de una manera tan comprensible para cualquiera.
Desde ahí, supe que cada persona debía de tener una imagen interna, pictórica, que ilustre sus sentimientos. Hoy encontré la mía y cuando la compartí con mi psicólogo creo que sintió algo parecido a lo que yo sentí cuando esa paciente me contó su estado. Su cara reflejaba claridad, me entendió.
Siento que estoy colgada en la mitad de un pasamanos de esos que hay en las plazas, pero que es muy alto, tanto que si miro para abajo no logro ver nada, porque debajo de mis pies hay sólo nubes. Y siento que estoy a punto de abrir mis manos, de soltarme y caer al vacío. ¡Y todavía queda tanto por delante! No tengo fuerzas, siento que es una gota más en el vaso y que todo se termina. Siento que hasta acá llegué, que no se cuánto más voy a poder aguantar.
Pero parece que mi mente, musical como es ella, cuando forma estos cuadros tan ilustrativos, también decide musicalizar el momento. Por eso, suena "Nos veremos otra vez", de Serú. Siento que es mi mejor amigo, ese que nunca me abandona, el que pone el tema de fondo. Siento que me pide que siga por él, que viva por todo lo que no pudo vivir. Y bueno, creo que un poco la vida es eso, aguantar y seguir para honrar la vida que nos fue dada y la vida de los que se nos fueron. Creo que si abandono, él estaría muy decepcionado. Y no puedo permitirme eso. 
Hay que seguir, estirar el brazo y colgarme del próximo nivel del pasamanos. Tal vez no llegue hasta el final, pero voy a intentarlo. ¡A ver qué hay al bajar!

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