lunes, 25 de noviembre de 2013

Un suspiro.
Cuando la historia se repite una y otra vez, debe ser que algo no estás haciendo bien. Para cambiar, hay que hacer algo distinto. Pero ella persistía en la misma frustrada estrategia.
Ahí pensó que tal vez nunca amó a nadie, nunca experimentó el amor de verdad, entregarse a alguien sin importar nada. Nunca le había pasado eso. A pesar de que se había llenado la boca con mil "te amo", nunca lo había hecho. O tal vez sí. 
Después lo pensó mejor y creyó que sí, que un corazón desgarrado como el de ella debió de haber amado. Pero el dolor ahora mismo no dejaba recordar lo bello con claridad.
Otro suspiro.
Ojalá supiera cómo cambiar de estrategia, cómo hacer para entregarse al amor sin sentir el mismo miedo de siempre. Sin poner las barreras de siempre, sin construir más y más alto el muro que la separaba del resto de la humanidad.
Una lágrima.
Pensó que si alguna vez encontrara un hombre que se la jugara por ella por entero, que fuera capaz de dejar todo sólo por amarla, tal vez encontraría la manera de abrir el corazón. Pero, ¿no sería al revés? Primero abrir el corazón para dejar pasar a su gran amor.
Un nuevo suspiro. Una nueva lágrima. 
Ojalá tuviera cómo apagar su maldita mente por un momento. Pensó que no, que era imposible. Ella lo sabía muy bien, no se puede frenar una cadena de pensamientos obsesivos.
Un último suspiro.
Los puños apretados.
El corazón estrujado.
Una última lágrima.

martes, 12 de noviembre de 2013

"Y ahora quiero llamarte por teléfono y decirte que, aunque no me diera cuenta, en aquel momento aquello fue importante para mi."


lunes, 11 de noviembre de 2013

No te entregues, por favor.

Se mucho sobre psicología, se bastante sobre cómo la mente se estructura, se despliega y funciona. Se de las relaciones entre las personas, incluso soy capaz de ayudar a otros a tener mejores relaciones con su entorno.
Pero dicen que en casa de herrero, cuchillo de palo. Supongo que eso pasa.
Una vez una paciente con un cuadro depresivo muy grave me dijo que se sentía como si estuviera debajo del agua, sin poder respirar. Pero que podía ver cómo todos a su alrededor podían respirar normalmente, y eso era lo que más la angustiaba. Fue algo que me quedó grabado, creo que nadie nunca logró expresar lo que sentía de una manera tan comprensible para cualquiera.
Desde ahí, supe que cada persona debía de tener una imagen interna, pictórica, que ilustre sus sentimientos. Hoy encontré la mía y cuando la compartí con mi psicólogo creo que sintió algo parecido a lo que yo sentí cuando esa paciente me contó su estado. Su cara reflejaba claridad, me entendió.
Siento que estoy colgada en la mitad de un pasamanos de esos que hay en las plazas, pero que es muy alto, tanto que si miro para abajo no logro ver nada, porque debajo de mis pies hay sólo nubes. Y siento que estoy a punto de abrir mis manos, de soltarme y caer al vacío. ¡Y todavía queda tanto por delante! No tengo fuerzas, siento que es una gota más en el vaso y que todo se termina. Siento que hasta acá llegué, que no se cuánto más voy a poder aguantar.
Pero parece que mi mente, musical como es ella, cuando forma estos cuadros tan ilustrativos, también decide musicalizar el momento. Por eso, suena "Nos veremos otra vez", de Serú. Siento que es mi mejor amigo, ese que nunca me abandona, el que pone el tema de fondo. Siento que me pide que siga por él, que viva por todo lo que no pudo vivir. Y bueno, creo que un poco la vida es eso, aguantar y seguir para honrar la vida que nos fue dada y la vida de los que se nos fueron. Creo que si abandono, él estaría muy decepcionado. Y no puedo permitirme eso. 
Hay que seguir, estirar el brazo y colgarme del próximo nivel del pasamanos. Tal vez no llegue hasta el final, pero voy a intentarlo. ¡A ver qué hay al bajar!

lunes, 4 de noviembre de 2013

"No tenían muchas cosas en común, sus edades eran distintas, sus maneras de caminar no coincidían y mucho menos la estatura. Casi nunca pensaban igual, tenían ideas muy diferentes, él era dueño de sí mismo, ella una insegura. La vida les sonreía (esa era una de las pocas cosas que podían compartir), y bueno sus manos, parecían haber sido hechas como piezas exactas para encajar una con otra, y así les devolvían la sonrisa a la vida, con los dedos entrelazados y mirando a la misma dirección, como quien espera más de lo que tiene."