sábado, 6 de julio de 2013

Give love a chance

-¿Cuándo has dejado de creer en el amor?-preguntó él, después de darle otro sorbo a su café.
-Cuando me lastimaron tantas veces y ya no lo pude manejar más, dije basta. Y entonces elegí la soledad. La soledad siempre es fiel, es mejor que una desilusión, mejor que el engaño. Ella no te engaña ni te desilusiona, está siempre ahí -respondió ella, tratando de que no se haga notorio el nudo que tenía en la garganta.
Él rió casi sin querer, como si se le hubiera escapado la carcajada, y ella le clavó la mirada, levantando una ceja en señal de no entender tal acción. A pesar de que le molestó eso, se sintió derribada por dentro, como cada vez que él reía. Los rayos de sol que entraban por la ventana de aquél bar le daban en el costado de su rostro, haciendo que se vea particularmente bello. Ella sintió que el momento era perfecto, incluso logró olvidarse casi por un instante del tema de conversación. Creyó que no importaba cuántos momentos como ese fuera a tener en su vida, le bastaba sólo con haber vivido este.
-Es que hablas como si tuvieras cuarenta años, o más, y te refieres a la soledad como si fuera la única opción que fueras a tener para toda la vida. 
-Creo que algunas personas personas no fuimos creadas para ser amadas. Y no por eso voy a dejar que me lastimen, sólo porque es gratis o divertido hacerlo.
Esto ya no le causó risa. Comprendió que realmente estaba frente a un ser lastimado, herido, abandonado. Suavemente, deslizó su mano por entre los utensilios que había sobre la mesa, hasta llegar a posarla sobre las manos de ella y sintió cómo se le erizaba la piel.
-¿Sabes? Te he visto varias veces pasar por la playa, caminando sola, con una sonrisa que destilaba nostalgia. Y cada vez que te divisaba desde mi ventana creía ver que eras una hermosa chica, segura de sí misma, que no tenía miedo a nada, que sabía cómo sobrellevar las cosas. Pero resulta que no eres la chica que pensé, excepto por lo hermosa -se sonrió y ella bajó la mirada con vergüenza-. Parece ser que estás hoy aquí y me miras con esos ojos que piden brutalmente un poco de amor. Yo creo que no debes cerrar así las puertas del corazón sólo por un par de idiotas no supieron cuidarte como tú lo mereces. No debes creer que la soledad es tu destino, no sirve encerrarse así.
Ella miró a un costado, como queriendo evadir lo que proseguía. Las lágrimas comenzaron a brotarle de los ojos pero ella hacía fuerza para evitarlas, detestaba llorar en público. Él interpretó la señal (otra más de su fragilidad detrás de esa barrera social que ella imponía), se puso de pie, se acercó hasta ella y la abrazó, la levantó de la silla, la tomó de lado y salieron juntos del bar en dirección a la playa. El sol estaba en el ocaso, marcando el fin de un día más y el comienzo de una nueva historia.

1 comentario:

Milagros dijo...

¡me gusta mucho tu blog! me gustó mucho como redactaste la entrada, la forma en la que escribis. Nunca hay que cerrarle las puertas al amor, por más que esto cueste muchísimo. Besos!